Cualquier amante de los perros se derrite por abrazar a todo canino que se consiga. Y es que nada tan gratificante como acariciar a un perrito. Pero, para no llevarnos un susto, debemos entender que cada perro es un mundo, por lo tanto, los habrá muy sociable o muy desconfiados.
Asimismo, debemos tener conciencia que nuestras fórmulas de saludo entre humanos no son transferibles al saludo a los canes.
¿Qué factores tomar en cuenta?
En primer lugar, debemos tener claro que nos estamos acercando a un perro cuya historia desconocemos. Es decir, no sabemos qué tan sociable es, no sabemos si tiene algún trauma por experiencias pasadas o si es un perrito tímido.
De manera que, antes de dar el primer paso hacia su encuentro lo recomendable es tomarnos el tiempo de observarle y analizar un poco su lenguaje corporal y el de su propietario, quien nos podrá dar buena información sobre el canino.
Lenguaje corporal
Los canes son muy expresivos, tanto si se sienten cómodos o si algo les inquieta o disgusta. Así que, lo primero que nos indicará la disposición del perro de querer ser acariciado o no serán las posturas y actitudes que nos enseñe con su cuerpo.
En este sentido, si observamos que el perro muestra una postura tranquila al igual que su cola, es una buena señal. Sobre su rabo, es importante que ésta esté en una posición neutral o se mueva de forma relajada, si el can la mete entre sus patas o hacia arriba son indicativo de miedo o alerta respectivamente. Asimismo, el olfateo a su rededor debe ser calmado y su mirada no debe centrarse en la nuestra a modo de desafío.
Por el contrario, será indicativo de que no debemos acercarnos, si el animalito busca maneras de alejarse de nosotros. De igual forma, si se relame, entrecierra los ojos o sus orejas y colas parecen estar tensas o en alerta, definitivamente deberemos dejarlo tranquilo. Lo mismo ocurrirá si nos gruñe o enseña los dientes o eriza su lomo.
Acercamiento lento pero seguro
Una vez hayamos realizado un pequeño análisis de la situación, a través del lenguaje corporal que el peludo nos enseña, podremos dar el siguiente paso. Si el perro se ha mostrado tranquilo y decidimos acercarnos, no debemos confiarnos, tendremos que seguir siendo precavidos y tomar las siguientes medidas:
Preguntar al dueño del perro
Nadie mejor que él para decirnos si su perro nos aceptará o no. Debemos tomarnos en serio cualquier advertencia que nos haga o sugerencia de cómo acercarnos al canino.
Tomarnos nuestro tiempo
Un error común es acercarse rápidamente al can, esto es especialmente importante evitarlo cuando de niños se trata. Si nos acercamos lentamente, evitamos tomar al perro por sorpresa y que se pueda asustar y nos ataque.
Nunca de forma frontal
Lejos de lo que podemos creer, acercarnos de frente podría ser interpretado por el perro como una afrenta. Por ello, la mejor manera de hacerlo es de costado. Asimismo, será prudente no inclinarnos directamente sobre ellos, sino bajarnos a su tamaño de cuclillas.
Eso sí, procuremos mantener el equilibrio, ya que si muestra una actitud hostil podamos alejarnos pronto.
Sin contacto visual directo
A menos no por mucho tiempo, ya que para el can puede implicar un desafío o amenaza.
Hablarle en tono agudo y cariñoso
Con palabras amables, de forma relajada y agradable de manera que lo interprete positivamente.
No invadir su espacio
Así como las personas tenemos un radio donde sólo permitimos acceso a las personas con las que más confianza tenemos, lo mismo ocurre con los perros. Por esta razón, lo mejor será acercar primero la mano pero guardando una distancia prudencial. Que sea él quien se acerque a oler y a familiarizarse.
Es en ese momento cuando podremos acariciarle despacio y con calma alrededor del cuello, no palmear su cabeza ya que puede ser un gesto de dominación y podría alejar al perrito. Tampoco lo abrazaremos o besaremos, porque al impedirle moverse a voluntad les estaremos generando estrés.
Cuidado con las zonas que tocaremos
Ya señalamos la forma correcta de acercarnos, pero una vez que logramos que el perro nos acepte, no debemos abusar. En este sentido, los canes en general se muestran tensos si un desconocido les toca la cabeza o los cuartos traseros. La primera porque sienten que los quieren dominar y los segundos porque no puede ver con claridad a quien se les acerca.
A la mayoría de los peludos, les gusta un primer acercamiento con caricias en la base del cuello. Cuando ya estemos más seguros de que nos hemos ganado su confianza, podemos tocar su pecho y los flancos.
Por supuesto, esto dependerá de cada perro, existen unos que ya en confianza se derriten con cualquier caricia, pero mejor prevenir que lamentar e ir poco a poco.