Los que amamos a los perros tanto como a los gatos, podemos llegar a sentir un gran temor de traer a casa un gato. Ello se debe a la ancestral rivalidad que existe entre estos dos maravillosos animales. Sin embargo, debemos saber que en efecto es posible introducir un gato en el hogar de un perro. Para ello sólo debemos seguir ciertos pasos, los cuales agruparemos en tres fases.
Fase uno, la presentación
Este es el primer momento en que el perro y el gato se verán. Por ello es necesario que prestemos atención a los detalles. Ello en virtud que, de este primer momento dependerá el éxito de esta nueva relación perro-gato. En esta fase debemos seguir los pasos siguientes:
Paso uno
Crear un ambiente propicio, en total armonía. Para ello, comencemos por hacer que nuestro perro se sienta tranquilo y feliz. Preferiblemente ese día debemos darle de comer su pienso favorito, unas galletas o golosinas para perros.
Del mismo modo, debemos jugar con nuestro canino, darle muchos mimos y caricias.
Paso dos
Conversar con nuestro perro acerca de la llegada de un nuevo amigo. Para algunos sonará descabellado, pero los perros se caracterizan por ser animales muy pero muy inteligentes. Dentro de esa inteligencia está el poder entendernos.
Para lograr que nos entienda, es necesario que utilicemos palabras sencillas y cordiales.
Paso tres
La entrada del gato a la casa. Llegó el momento cumbre, que no es otro que, introducir el gato a la casa. En este momento debemos colocarlo frente a nuestro perro. Aquí notaremos que nuestro perro se vuelve impaciente y se acerca directo al gato. Esto lo hace con el fin de olfatear y conocer al visitante.
De manera que debemos dejar que el canino olfatee al felino. Resulta importante que en este momento no mostremos temor; por el contrario, debemos estar muy firmes. Tampoco podemos gritar o alzar la mano al perro por temor a que muerda al gato. Esto no puede suceder, de lo contrario, el perro, asociará el gato con castigo y se arruinará la futura convivencia.
Paso cuatro
Lograr que el perro y el gato se interrelacionen. Para ello, podemos emplear un juego en el cual ambos puedan participar. Aquí nuestra atención debe ser equilibrada. No debemos sobreproteger al gato, sino darle igual atención, cariño y mimos tanto al canino como al felino. De esa forma, nuestro perro no se sentirá desplazado, ni celoso.
Segunda fase, la comida
Una vez que logremos que perro y gato interactúen, pasamos a una fase de suma importancia, como lo es la comida. Debemos recordar que a nuestro perro le encanta la hora de la comida. De manera que es importante que tanto el canino como el felino, sepan que cada uno tiene un espacio y un lugar donde comer. De esa forma aprenderán a respetarse los espacios entre ellos.
Con el tiempo, es posible que hasta lleguen a comer juntos, sin embargo, por ahora resulta de suma importancia que cada uno tenga su espacio.
Es necesario que este momento sea supervisado, de manera que no debemos dejarlos solos. Durante la comida, notaremos que el perro come, luego nos ve y también dirige la mirada hacia el gato. Cuando esto suceda, debemos reforzar la conducta positiva. Hay que recordar que siempre debe haber un ambiente armonioso. Colocaremos los tazones separados, por lo menos a dos metros.
Con el paso de los días podemos ir acercando los tazones. Esto ayudará a que ambos aprendan a compartir espacios, pero con respeto y en armonía,
Tercera fase: La hora de dormir
No debemos alterar las costumbres para dormir de nuestro perro, toda su rutina debe mantenerse. En todo caso, la gran modificación es que vamos a introducir en esa rutina a nuestro nuevo amigo gatuno. Para ello, debemos comenzar por no dar privilegios al gato. Recordemos que debemos ser equilibrados, para no generar celos en nuestro canino.
Así, colocaremos una nueva cama para nuestro gato. Es importante hacerle saber al perro, con palabras sencillas, que ahora el gato dormirá allí. De igual forma, debemos colocar las camas separadas, a dos metros de distancia aproximadamente. Así el perro se irá adaptando a la presencia de su nuevo amigo.
Es posible que nuestro perro realice travesuras durante el desarrollo de estas fases o bien se ponga a correr de un lado al otro. Esto es una conducta normal, solo quiere llamar nuestra atención. Este es el momento oportuno para hacerle saber cuánto lo queremos. Mimarlo un poco no estaría mal; tampoco llamarle la atención, pero de forma proporcionar a la travesura, con palabras sencillas y sin gritar.
De esa forma nuestro canino se sentirá seguro y abierto a convivir con su nuevo amigo felino.
El tiempo de adaptación a tener en cuenta
El proceso para que un perro acepte y se adapte a la presencia de un gato en su hogar, puede tardar entre 15 a 21 días. Todo va a depender de lo amoroso y paciente que seamos.
Recordemos que queremos lograr que dos animales, que ancestralmente se han peleado, ahora sean amigos. Por supuesto, no es imposible lograr que canino y felino convivan en un mismo hogar y se conviertan en grandes amigos, pero requiere de paciencia y mucho amor.