Los perros son los mejores amigos del hombre. Ellos no solo nos brindan compañía, sino que también llenan muchos vacíos de nuestras vidas. Es precisamente esa estrecha relación que nos une a nuestro canino amigo lo que hace que olvidemos de que son animales y terminemos tratándolos como una persona.
Este trato se hace aún peor si los tratamos como niños. En este sentido, al tratar a nuestra mascota como a un niño, nuestro canino corre el gran riesgo de padecer de un tipo de trastorno de la conducta, mejor conocido como Síndrome del perro pequeño.
¿En qué consiste este síndrome?
El síndrome del perro pequeño es un problema de comportamiento que afecta a nuestros caninos, cuando los tratamos como personas, volviéndolos indisciplinados, agresivos, ansiosos e incluso con fobias.
Así cuando el perro desarrolla este síndrome, su conducta se vuelve descontrolada. El canino comienza a presentar comportamientos destructivos, que pueden ir desde destruir objetos o destrozar muebles hasta esparcir la basura dentro del hogar. De igual manera, pueden orinar y defecar dentro de casa, aun cuando estén adiestrados para hacerlo en determinado lugar. Incluso si los niveles de ansiedad por separación del propietario, son muy altos, pueden desencadenar vómitos o diarreas, que pueden afectar gravemente la salud del canino.
Aunado a lo anterior, este tipo de trastorno de la conducta puede volver al perro impulsivo y celoso. Lo cual puede verse reflejado en ladridos descontrolados a las personas que visiten al propietario y, peor aún, en episodios de agresividad contra miembros de la familia.
¿A quiénes afecta el síndrome del perro pequeño?
El Síndrome del perro pequeño afecta en mayor medida a los caninos de razas pequeñas. Siendo más propensos a padecerlo los Chihuahuas, pekinés y caniches. Lo anterior se debe a que son caninos que tienen mucho carácter y por naturaleza tienden a ser un tanto obstinados.
Estas características, sumadas a los mimos de un dueño que los ve y trata como una persona, dan como resultado un canino con trastorno de comportamiento.
Ahora bien, los perros de raza pequeña tienden a desarrollar este tipo de trastorno de conducta debido a que por ser pequeños en tamaño, tendemos a verlos como unos eternos cachorros, despertando en nosotros nuestros más tiernos mimos, hasta el punto de considerarlos nuestros adorados niños.
De manera que, por su tamaño reducido, tendemos a tolerar cualquier conducta, por desproporcionada que sea, por considerar que se ven adorables o que solo son perros traviesos. Incluso, hasta reímos, cuando ladran incesantemente a nuestra visita, considerando que, aunque son muy pequeños, son perros muy valientes. Pero de seguro si fuera un perro de raza mediana o grande, este tipo de comportamientos sería intolerable por estimarlo agresivo y peligroso.
Dentro de este contexto, es necesario destacar que este síndrome lo puede comenzar a desarrollar el perro de raza pequeña en cualquier edad. Sin embargo, el mismo puede identificarse con mayor precisión en la edad adulta del canino. Toda vez, que cuando es cachorro, los signos o síntomas suelen confundirse con comportamientos propios de la edad del perro.
Consecuencias del padecimiento del Síndrome del Perro Pequeño
Puede parecer exagerado pensar que mimar a nuestro perro, darle amor y trato como si fuese un niño pueda generar daños en su conducta. La realidad es muy diferente. Lo cierto es que este síndrome puede generar consecuencias que repercutirán en la salud del canino.
De esta manera, cuando la mascota desarrolla el síndrome del perro pequeño, comienza a estar sometido a un gran nivel de estrés, debido a que siempre esperará que las cosas se hagan como él las quiere. Y como sabemos el estrés en perros, como ocurre en los humanos, es fuente inagotable de enfermedades.
¿Cómo tratar este tipo de síndrome?
No entremos en pánico, este síndrome del perro pequeño es totalmente tratable y sus consecuencias son reversibles. De allí que una vez que detectemos que nuestro perro está presentando conductas como las descritas anteriormente, debemos tomar cartas en el asunto. Lo primero que debemos hacer es entender que nuestra mascota es un animal y no una persona, muchos menos es nuestro niño. Una vez que hayamos entendido esto, ya habremos pasado la peor parte y superado el verdadero origen del problema.
Posteriormente, debemos comenzar a disciplinar a nuestro canino de la mejor forma posible, esto es: con paciencia. Debemos considerar que los cambios deben ser graduales, para no causar confusión en el canino, que se traduzca en depresión, frustración o tristeza. Para ello, podemos apoyarnos en personas especializadas en domesticación de perros.
Sin embargo, mientras encontramos a este especialista, podemos iniciar por darle al perro órdenes precisas, claras y sencillas no acompañadas de gestos o mimos. También podemos reforzar sus comportamientos positivos con premios. De igual manera, aquellas conductas que sean negativas, por agresivas o impulsivas, deben ser reprendidas.
Debemos considerar que cuando nos referimos a entender que los perros son animales y no personas, significa que debemos tratarlos con respecto, amor y dedicación, pero dejando bien claro quién es el amo. Así tendremos un perro feliz, sano y muy bien educado.